Rosas nº42 Colección Leonardo

Viciana Editorial
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9788886256957
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Rosas de la colección Leonardo

De la rosa, una flor de fascinante belleza, se habla ya en tiempos muy antiguos. Aparece mencionada en la biblia y la nombran autores griegos como Hipócrates, Aristóteles, su discípulo Teofrasto y Dioscórides. Entre los romanos, que en la época imperial la utilizaban mucho para adornar banquetes y ceremonias. Plinio señala diez variedades diferentes de rosas cultivadas en Italia. En las tumbas egipcias, si bien en época tardía (100-300 d.C.), también se han hallado guirnaldas de rosas. El protagonista de la novela latina de Apuleyo, el Asno de oro, convertido en asno tras ingerir una poción mágica, recupera su forma humana después de numerosas peripecias comiendo precisamente los pétalos de rosa de una corona trasportada en procesión en honor de la diosa egipcia Isis.

Sin embargo, aunque desde la antigüedad abunden los testimonios literarios sobre la rosa para su primera reproducción iconográfica habrá que esperar hasta e l512 d.C., año al que se remota un código de Dioscórides escrito e ilustrado por un monje de Viena. Se trata del repertorio de ilustraciones botánicas más antiguo del que se tiene conocimiento. Más adelante, en el curso de los siglos, el motivo literario y artístico e la rosa cosechó muchísima fortuna, sobre todo en el Renacimiento, periodo que la convirtió en símbolo de la belleza y la caducidad de la vida. De entre los muchos ejemplos que hay recordamos un bonito cuadro de Luini (1480-1532) conservado en la Galería de brera de Milán, donde a espaldas de la virgen con el Niño aparece un seto de rosas rojas en plena floración.

Tras el nombre genérico de rosa se incluyen en realidad más de 25000 variedades, la mayor parte de ellas de duración efímera, fruto muchas veces de experimentos cuyo objetivo es producir la rosa mas bonita o la mas interesante para presentarla a los concursos que cada año se convocan en numerosas grandes ciudades. Es, pues, comprensible la enorme tarea que aguarda al botánico dispuesto a clasificar las diferentes especies y a reunir los estudios sobre ellas. Aun hoy es importante el trabajo de Ellen Willmott, publicado en 1910 con el título de The genus rosa, que a la validez de su investigación científica aúna el valor de haber sido ilustrado por un importante artista, Alfred Parsons. Parsons (1847-1920) era un afamado paisajista e ilustrador ingles, conocido también como pintor y grabador de flores. Esa especialización surgió a raíz de su colaboración con William Robinson (por lo demás, el propio Parsons era un apasionado jardinero) y lo llevó a ilustrar también el libro de Willmott.

Tratándose de una monografía de carácter científico, Parsons se ciñó escrupulosamente al principio de la precisión documentar y procuró hacer reproducciones que se adaptaran con el mayor realismo posible a las diferentes variedades descritas: de ahí su gran atención por los colores y las formas y su respeto por la nitidez del trazo y los contornos hasta en los retoques finales. Por otra parte, en virtud de su temperamento artístico y de sus cualidades pictóricas, Parsons no se limito a reproducir una imagen inexpresivamente fiel de la realidad, sino que elevo todas las láminas del libro a la categoría de obra de arte, con un refinado estudio de la composición y la frescura de la acuarela. Por ello en este quinto volumen de nuestra colección dedicado a las flores proponemos algunas de esas acuarelas. Y entre los aspectos más interesante queremos destacar el estudio cromático de la gama de los verdes: flor tras flor, el verde de las hojas adquiere cada vez tonos diferentes, debido en cada caso al predominio del amarillo, el rojo o hasta el azul, descubriendo las infinitas posibilidades cromáticas de cada color.

Al igual que en el volumen dedicado a los animales e inspirado en el artista francés Mathurin Méheut, hemos reconstruido con minuciosidad  las fases del trabajo que verosímilmente conducen a la realización de cada pintura. Si en este caso existe una ligera diferencia entre el resultado final y las fases de realización, ello debe atribuirse a un favor puramente técnico: al no disponer de las acuarelas originales, para el motivo acabado hemos hecho una reproducción del libro de Willmott, mientras que para las distintas fases hemos realizado directamente nuestras propias acuarelas. La ligera sensación granulosa de las acuarelas de Parsons se debe a la técnica de impresión de principios del siglo XX, que fue cuando se publicó el libro. 

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MarcaViciana Editorial
Atributo_CintaNo Ribbon
MateriaFlores
IdiomaEspañol
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